- ¿Me enseñas el Dni por favor?
- ¿Crees que no tengo la edad?
- Si, pero quiero ponerle nombre a esa preciosa cara de niña
- Toma (mueca irónica)
- Que pena que no este tu número
- ¿Para qué? Sería una pérdida de tiempo
- ¿Por qué?
- Porque podría dártelo, y seguramente me escribirías, y yo esperaría que lo hicieras. Pasaríamos días hablando hasta que un día quedaríamos en algún sitio. Al principio los dos no sentiríamos especialmente torpes con las palabras. Tiraría el zumo por los nervios y tú me pegarías una patada por debajo de la mesa, pero nos reiríamos y a partir de ahí todo se volvería más fácil. Jugaríamos a pagar rondas de vergüenza, mientras nos contamos la vida con una tonta sonrisa. Querríamos alargar la cita y como no nos decidiríamos de a dónde ir te invitaría a mi casa. Nos pasaríamos un buen rato elegiendo una película que los dos sabemos que jamás veríamos solo con la excusa de tumbarnos. Me abrazarías y nos acercaríamos cada vez más hasta que nos daría por besarnos. Se nos haría de día presentándonos desnudos en el sofá y bromearíamos sobre la necesidad de repetirlo. Quedaríamos muchas veces más, al principio buscando excusas, después excusándonos por no hacerlo. Y todo sería sospechosamente perfecto: la cama, la risa, el ejército de hormigas en el vientre. Y de repente, llegaría la mañana en que te das cuenta de que estás queriendo con la cabeza, el corazón, el humor y el sexo. Con suerte ninguno de los dos enfermaría de cobardía, y no nos arañaríamos demasiado. Como primicia no le daríamos importancia a los enfados, y luego nos enfadaríamos sin importarnos. Nos creeríamos invencibles, pero llegaría la noche fría en la que me pondrías la mano encima y ya no la sentiría. O el momento en el que tú aborrecerías mi manera de contarte como me ha ido el día. Y empezaías a odiar esas manias mias que al principio te hacian gracia. Puede que hasta consiguiéramos fingir la vehemencia suficiente para pretender que el desencanto no resulta tan doloroso. Como mínimo uno de los dos saldría trasquilado, y no es que me acojone la posibilidad de que me hagas daño.. Pero últimamente estoy algo perezosa, se me ha dormido el corazón y no encuentro por ningún lado mis ganas de querer. Y encima, ya he tenido una de esas historias que empieza bien y acaba mal. Y tú pagas las consecuencias porque no quiero otra. No quiero ni intentarlo. lo que yo quisiera es un amor del revés, que empezara mal y terminara bien. Uno que empezara con gritos, siguiera con caricias y se terminara con besos eternos. Un amor totalmente del revés. y creo q tu no puedes dármelo.
Así que no, no te daré mi numero. Nunca podrás llamarme y lo nuestro se quedará en una de esas historias de sábado noche que olvidas al día siguiente.
O quizás no..quizá un día coincidamos de nuevo en este mismo lugar, nuestras miradas se encuentren...y el mundo desaparezca...
E.
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